Hace cinco años que nuestra empresa socia, Parque del Recuerdo, realiza un intenso trabajo colaborativo con diversas instituciones y fundaciones vecinas como Escuela Especial de Nazaret, en Peñaflor y Fundación Cristo Vive en Huechuraba. Esto ha significado una oportunidad de inclusión, desarrollo y pertenencia para personas con discapacidad cognitiva. De qué trata esta alianza y cómo la empresa ha trabajado su política de inclusión y diversidad, nos cuenta Lilian Venegas, Jefa de Calidad de Vida y RRLL.
¿Tienen política de Diversidad e Inclusión en Parque del Recuerdo?
En 2017 comenzamos a construir la política de diversidad e inclusión de la empresa, en la cual definimos 3 grupos de alcance: personas con discapacidad, inmigrantes y personas mayores. Específicamente en discapacidad, comenzamos trabajando con consultoras externas y capacitando a los equipos para poder enfrentar este desafío. Fue así como en esta búsqueda del aprendizaje, llegamos también a la ReIN.
Luego, en 2018, tomamos contacto con 2 fundaciones, Escuela Especial de Nazaret, ubicada en Peñaflor, y Fundación Cristo Vive, ubicada en Huechuraba.
¿De qué trata el trabajo que realizan con Escuela Especial de Nazaret?
Realizamos un trabajo colaborativo para la inclusión de personas con discapacidad cognitiva en Parque del Recuerdo Padre Hurtado ubicado en Peñaflor. Comenzamos incluyendo a un grupo de tres personas y casi todos los años vamos incorporando a una o dos más.
Lo primero que hacemos es un proceso de selección por competencia. Hicimos análisis de puestos de trabajo de diversos cargos que tiene la empresa para tener la claridad de qué cargo podemos ofrecerle a personas con discapacidad. Luego vemos el tema horario. Casi siempre partimos con media jornada y en la medida que se va haciendo una jornada efectiva pasan a jornada completa.
El desarrollo de las personas que hemos incluido ha sido fantástico. Tenemos el caso de un joven que llegó a los 19 años con una discapacidad cognitiva y hoy es parte de nuestro comité paritario, terminó sus estudios en Parque del Recuerdo y hoy conduce maquinaria. Comenzó haciendo labores menos complejas, como la mantención de jardines, y hoy en el área más específica de servicio de sepultación operando maquinaria pesada. Para nosotros eso es un importante ejemplo de desarrollo e inclusión.
¿Y de qué edades son las personas que reciben en el Parque del Recuerdo de Peñaflor provenientes de la Escuela Especial de Nazaret?
Tenemos personas desde los 18 hasta 50 y tantos años. Las personas mayores, debido a su discapacidad y el factor edad, se mantienen siempre en el área de jardinería. De esa manera logramos la inclusión, porque les permite desarrollar la autonomía para llevar a cabo el trabajo. Como muchos también manifiestan complicaciones de salud, por lo que mantenemos, por supuesto, el ajuste razonable de flexibilidad de horarios.
Por otro lado, tenemos personas con discapacidad auditiva trabajando en otras áreas de administración, y esperamos habilitar nuestra infraestructura informática para lograr la inclusión de personas ciegas en áreas de atención telefónica, como telemarketing, servicio al cliente o cobranzas.
¿Cómo ha sido el feedback de quienes trabajan en la Escuela Especial de Nazaret?
Tenemos una relación muy cercana con la directora del colegio, el asistente social y todos los profesionales de la escuela. Hacemos un trabajo en equipo y eso da frutos de que esta inserción laboral sea efectivamente tan exitosa.
Desde el comienzo hemos tenido una muy buena acogida. Al principio fue un trabajo un poco más lento debido a los procesos de inclusión con la familia, con harta concientización sobre lo que pasa con ellas cuando un adolescente con discapacidad cognitiva comienza a trabajar. Descubrimos sus miedos, los obstáculos y levantamos información que a veces no está tan clara. Muchas tenían temor a que su hijo o hija pudiera perder su pensión por discapacidad, por ejemplo. Todo eso fue un proceso de construir confianza con las familias. Fue un trabajo colaborativo.
Siempre decimos que las barreras no están en que falte una rampa o una puerta más ancha, son actitudes. En esa relación con la escuela sentimos una buena llegada y un entusiasmo que se mantiene hasta ahora. Año a año tenemos jóvenes que postulan donde el ajuste razonable es el horario y, en la medida que van desarrollando competencias, les vamos abriendo también más espacios de desarrollo que incluyen el aumento de su jornada laboral.
Esta alianza es genial porque contar con personas con discapacidad nos ha demostrado que aporta al clima laboral y al compromiso del resto del equipo. Construimos un ambiente de trabajo donde las personas se sienten incluidas y eso, ha sido un aprendizaje para el equipo compuesto por 70 personas aproximadamente en Parque del Recuerdo Padre Hurtado.
Tienen una alianza con Fundación Cristo Vive también, ¿verdad?
Sí, somos vecinos de su escuela en Parque del Recuerdo Américo Vespucio en Huechuraba. Hemos trabajado en procesos de formación y hemos podido generar una alianza positiva y colaborativa en el tiempo. Estamos trabajando la inclusión con terapeutas que está incorporando la fundación para trabajar con personas con discapacidad cognitiva.
En caso de personas con discapacidad física hemos hecho un trabajo de concientización con diferentes áreas. Comenzamos haciendo un diagnóstico de la organización para saber cómo estábamos conformados y conocer el catastro de personas con discapacidad.
Hoy tenemos un 2% de personas con discapacidad contratadas en la empresa. Y es que nosotros apuntamos a ir más allá del cumplimiento de la ley, porque la verdad es que nos ha aportado mucho a la cultura. Se nota en el ambiente de trabajo cómo el equipo también mejora.
¿Qué significa para ustedes pertenecer a la ReIN?
La ReIN nos entrega un sistema de gestión, nos ayuda a tener un diagnóstico que nos permite identificar brechas, trabajar en base a ello y a partir de eso, innovar. También nos ha permitido tener una hoja de ruta para saber qué camino tomar. Desde la ReIN nos han aportado sus conocimientos y eso, a su vez, nosotros lo compartimos con otras áreas. Todo ese aprendizaje ha sido un tremendo aporte, porque te permite estar claro en cómo se construye una cultura inclusiva en la organización. Ha sido un facilitador del proceso para las áreas que estamos gestionando hoy.
Nos ha permitido detectar nuestras principales brechas y, a partir de eso, logramos desarrollar nuestra capacitación corporativa. Todo nuevo ingreso sí o sí debe pasar por la capacitación de diversidad e inclusión.
Además, formamos nuestro Comité de Diversidad e Inclusión y, este año, hemos ido avanzando con embajadores de diversidad e inclusión, que son nuestros propios colaboradores y colaboradoras que, desde su interés, se unieron a esta comunidad para aportar con su experiencia. Ha sido un camino largo pero muy bonito. Es la pasión con la que trabajamos el tema, más que el reconocimiento.